La isla que alojó la Expo’92 fue concebida como un nuevo espacio de la ciudad. La primera Exposición Universal en la que se proyectaron pabellones permanentes iba a ser el nuevo polo industrial de Andalucía, así se había decidido cuatro años antes de que la Expo de Curro abriese sus puertas. El objetivo era que parte de los pabellones sobreviviesen a los seis meses de la muestra  para tejer «un atractivo emplazamiento para centros de investigación y difusión científica y de empresas innovadoras de altas tecnología», cuentan desde el actual Parque Científico y Tecnológico Cartuja (PCT Cartuja).
Grandes compañías como Siemens, Fujitsu o Rank Xerox iban a asumir el papel de empresas tractoras de aquellas pequeñas y medianas firmas locales…

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